“Cinco minutos por
visita, hemos de ser productivos”.
En 5 minutos usted debe
hacer un diagnóstico y prescribir un tratamiento. Esto ocurre tanto en
servicios de salud públicos como privados. La única diferencia en ocasiones es
que la decisión de realizar la visita de la forma más rápida posible la toma la
empresa en el caso de que el médico está contratado por tiempo o el médico en
el caso de un contrato por servicios.
Posiblemente el médico
tenga claro qué debería hacer en muchos caso en que no hace lo que piensa.
Intentaré poner un ejemplo que se encuentra a kilómetros de nuestro ámbito y
así nadie se sentirá identificado directamente, pero muy posiblemente verá
ejemplos propios o de colegas cercanos.
La FDA no aprueba el tratamiento con lansoprazol en
menores de 1 año para el reflujo. Pero en el año 2010 se recetaron en EEUU
358.000 envases de lansoprazol a menores de 1 año.
Si se pregunta a los
pediatras estadounidenses por el uso de lansoprazol en caso de reflujo
prácticamente todos opinan:
“Es rarísimo precisar
el uso de un IBP (como por ejemplo el lansoprazol) en caso de reflujo en bebés,
las ventajas no superan a los inconvenientes, la secreción gástrica es una de
las barreras antimicrobianas más potentes en los bebés y los previene de
posibles infecciones como las neumonías. Utilizar un IBP incremente el riesgo
de sufrir neumonías o otras infecciones”.
¿Porqué si los
pediatras tenían claro que la utilización no estaba indicada lo utilizaban?
Pues no lo sé, pero intuyo que la presión de los padres por solucionar el
problema del reflujo hace que la decisión de informarles del los pros
(inmediatos) y los contras (a largo plazo) para educar a estos padres y que entendieran la decisión de
tratamiento del médico, precisaba de más tiempo que prescribir una solución
para el síntoma, aunque fuera eso de: “peor el remedio que la enfermedad”.
Por tanto pienso que las
presiones desde la empresa, por parte de los usuarios o del mismo médico cuando
“cobra a tanto la pieza”, provocan que se tomen las soluciones más rápidas pero
no la smejores. Vaya cómo si cuando llamamos al albañil para arreglar una
gotera, nos pusiera un cubo en el suelo y nos dijera: ¡Ya está!.