Hoy leo la noticia: “Un
falso cura ejerció durante 7 años en una parroquia sevillana”. Y en el artículo
leo que según la conferencia episcopal: “En el caso de la
eucaristía, la penitencia y la unción de enfermos, son «actos inválidos pues
requieren la potestad del Orden».
Yo me pregunto: en el caso de confesiones de
pecados mortales ¿estos no estarán perdonados”. ¡¡Vaya faena!!, un feligrés que
hubiera confesado un pecado mortal o hubiera sido extremaunciado y falleciera
posteriormente, ¡¡está condenado al infierno por TODA la eternidad!!.
Pienso que los familiares de fallecidos católicos
que hubiesen sido confesados o extremauciados por ese falso cura que aceptó el Obispado
de Sevilla, deberian solicitar por la via civil una indemnización por los daños
causados, que en este caso desbordan el término “secuelas permanentes” o sea para toda la vida, para entrar en el término “secuelas eternas" o sea permanentes para
toda la eternidad”. Pienso que no debe ser muy bueno estar condenado por toda
la eternidad al Infierno. Con el añadido de una increible afectación anímica
para sus familiares y allegados que deberían decidir en el caso de querer ir al cielo, no volver a encontrarse con el familiar condenado o aceptar ir al infierno para poder realizar el reencuentro.
Como pueden ustedes imaginar la indemnización
debería ser muy importante, por tanto desde aquí animo a que en los casos
descritos se realize una demanda civil al Obispado de Sevilla y subsidiariamente a la Conferencia
Episcopal Española y el Vaticano.
Si saliera bien me podeis invitar a un
refresco con chips por la idea.
Yo como creyente tengo mi opinión, pero es muy interesante lo que cuestionas, será digno de leer la contestación –si la hay- de los “autorizados interpretadores” de las leyes Divinas, yo como simple mortal las tengo como digo, pero me las reservo para mí…
ResponderEliminarUn saludo
Ávalon
Gracias por ser participativo.
EliminarPersonalmente me defino como "autohereje", o sea, me cuestiono mis creeencias e intento no ser absoluto. Por tanto me siento feliz cuando personas que se definen como creyentes (de lo que sea) huyen del fundamentalismo, esto consigue que todos podamos convivir en un extenso campo racional-relativo.
Claro que esta situación a veces me causa problemas cuando pienso que quizás yo no tengo razón y ante mí tengo un fundamentalista analizando si algo está bien o mal en relación a si encaja o no con sus creeencias. Por tanto vuelvo a agradecerte que te encuentres entre la gente que consigue que me sienta feliz de vivir en esta sociedad.